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sábado, 26 de agosto de 2017

DE JUECES, ISLAM Y MIEDO. O VICEVERSA SI ASÍ LO PREFIEREN.

DE JUECES, ISLAM Y MIEDO. O VICEVERSA SI ASÍ LO PREFIEREN.


Según van apareciendo las noticias acerca del brutal y previsible atentado terrorista en Barcelona nos enteramos de que un juez tenía una orden de expulsión para el cerebro del atentado, el iman que lo organizó. Observen "un juez". No el juez fulano de tal que presta sus servicios en el juzgado numero tal de donde sea. No, "un juez". Fiel servidor de la ley que tan fielmente siguen jueces, abogados, siquiatras y sicologos para que cualquier delincuente esté convenientemente protegido de la maldad de los ciudadanos. Ejemplo la carta de una educadora social bienintencionada loando al terrorista de la furgoneta al que ayudaba a integrarse en nuestra sociedad, sus lamentos por la desviación de su tan querido muchacho, su pregunta "¿que hemos hecho mal para que esto suceda?".
Pues, tonta bienintencionada, ya que lo dices en plural, te aclaro que yo no he hecho nada mal. Tú si, te metes a maestra si saber que enseñas ni a quien se lo enseñas, desconoces que el Islam no es solo solo una religión, si no un sistema político, un estado (por mucho que se maten entre ellos) que está obligado a islamizar al mundo derramando toda la sangre inocente que haga falta. ¿Qué no son todos?. No, claro que no, solo los que mandan y mueven a quien se tenga que mover.

Y por cierto no hemos de tener miedo, nos dicen. "Yo no tengo miedo" repiten. Pues yo si. Vamos a hacer un pequeño ejercicio. Imagina que te dicen que en el centro comercial X mañana a las cinco habrá un atentado. ¿Iras?. No, claro que no. ¿Por qué?. Pues por miedo. O sea que tu ausencia de miedo se basa en que un atentado se produce en un espacio corto, muy corto y dura segundos, quizás un par, tres minutos, exagerando mucho. Y el mundo es muy grande y el tiempo muy largo, así que piensas que a ti no te va a tocar. Y repites "yo no tengo miedo". Pues claro que lo tienes, estás acojonado hasta las trancas, pero queda muy bien ser políticamente correcto y repetirlo.
Tengo mucho que decir al respecto, pero vamos a dejarlo así.
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EL FUTBOL Y LA LITERATURA

Me gustaría empezar diciendo que el fútbol es para vivirlo, no para leerlo ni para explicarlo, se puede debatir acerca de él, claro, pero darle forma de obra literaria no me parece adecuado. A partir de este punto es lógico pensar que no existe relación entre literatura y fútbol, pero hay una excepción un punto de contacto: el desprecio y hasta odio que los intelectuales snobs muestran hacia él, olvidándose de que en el fondo, el fútbol, como otros tantos deportes, no es más que una muestra de la competitividad que caracteriza all ser humano, sea snob o no, en cualquier aspecto de la vida. No quiero decir que si no te gusta el fútbol eres un snob, o que si eres un intelectual, y el deporte no te interesa, eres un snob, a cada quien le gusta lo que el cuerpo le pide y punto. Pero cuando pones en la diana algo que no te gusta, lo tomas como  paradigma de la estupidez, y marcas una linea divisoria entre "nosotros" y "ellos", y que nadie dude de que nosotros somos los buenos, eres un puto snob.

Los snobs han tenido una frase mítica que han usado como dogma de fe y bandera, elementos muy útiles cuando no se tienen mejores argumentos, en la primera te puedes refugiar, la segunda la haces ondear la viento y queda muy bonito. La frase en cuestión es: "el fútbol es popular porque la estupidez es popular". La frase es de un gran escritor que ha pasado a la historia como una de los grandes snobs del mundo literario, Jorge Borges. Otra frase suya es aquella en la que se pregunta ¿que gracia tienen 22 hombres en calzoncillos detrás de una pelota de cuero?, frase que por otros motivos, más allá del esnobismo, adoptaron masivamente las mujeres, ahora hablaremos de ellos. Es curioso resaltar que por dinero, Borges escribió junto a Bioy Casares un cuento en una antología basada en el mundo del fútbol, y como muestra de su insuperable snobismo su cuento se llamaba "Esser est percipi", así, en latín para mostrar su supremacía sobre los boludos que escribían sobre fútbol y se atrevían a que les gustase. De paso dejaba claro su irreductible esnobismo.

Los snobs durante tiempo han tenido una masa social importantisima que por razones propias les han apoyado: una buena parte del cincuenta por ciento de la población mundial, o sea las mujeres. Ellas han sido las mayores de difusoras de la frase de los 22 señores, los calzoncillos y la pelota. Pero este apoyo se ha terminado ya que en la actualidad las mujeres se han incorporado masivamente al mundo del deporte. Los pobres snobs se han quedado solos, una gran parte de mujeres ya no les apoyan. Han perdido una batalla tan importante que ya empiezan a preguntarse que va a ser de ellos en la vida y están cambiando de bando como si siempre les hubiese gustado el fútbol. Luego, si aun no os habéis aburrido y/o indignado daremos ejemplos.

De momento centrémonos en los motivos por los que las mujeres han abandonado a los snobs, se han olvidado de la ingeniosa frase de los 22 señores corriendo detrás de una pelota y han dejado de quejarse de que todo el día están dando fútbol por la tele, algo que en algún momento fue cierto, como cierto era que los hombres abandonábamos temporalmente  a nuestra esposa y nos amancebábamos con el televisor. Probablemente desde un punto de vista ético no deberíamos haberlo hecho, pero lo hacíamos.

Hoy en día la base de la denuncia no se cumple, se cumplía pero ya no. Los programas orientados a satisfacer al elemento femenino ocupan más espacio en la parrilla de programación que los que se dedican al fútbol y otros deportes, teniendo estos, además un tiempo cada vez mayor dedicado al fútbol femenino, también al baloncesto femenino, cuya selección nacional es la mejor del mundo si exceptuamos a Estados Unidos. Tampoco podemos olvidarnos del balonmano, gran equipo el nuestro, el tenis y unos cuantos deportes más con gran y exitosa presencia femenina. Existe, desde hace unos pocos años, una liga de primera división de fútbol femenino en la que juegan el Barcelona, el Atlético de Madrid, el Atlético de Bilbao, el Valencia etc. y parece ser que el Madrid ha anunciado que el próximo año ellos también estarán. Se empieza a mover dinero serio en esta liga, hay traspasos importantes, hay ligas femeninas de juveniles, de cadetes, competiciones internacionales a muy buen nivel, títulos europeos, mundiales. Las mujeres, especialmente las jóvenes, acuden en masa a los estadios a ver partidos de fútbol, con sus amigas, sus novios. Entonces ¿como las señoras van a criticar a los 22 señores, tal vez señoritas, que corren detrás de un balón en gayumbos?. Tal vez quien lo hace sea su hija, su nieta, una amiga de su hija, de su nieta. Pues ya no critican a los deportes y sus programas, mayoritariamente no lo hacen. Y quienes en tantas ocasiones nos abandonan temporalmente para amancebarse con el televisor, ahora de pantalla plana y más grande, (para que luego digan que el tamaño no importa), son ellas. Tal vez desde un punto de vista ético no deberían hacerlo, pero lo hacen. Somos igual de éticos, ellas y nosotros. O sea, poco. Por algo pertenecemos ambos al genero humano.
Pobres snobs, se han quedado solos. Recuerdo la letra de una canción del gran cantante de blues Lightnin Hopkins, en la que según su costumbre de parar de cantar a mitad de  canción y hablar con el público, le contaba refiriéndose a si mismo en primera persona: "Pobre Lightnin" tan solo, siempre buscando a una mujer y únicamente tiene a su guitarra". Desafortunadamente para ellos la mayoría de snobs no tocan la guitarra, así que ni ese consuelo les queda.   Quizás tendrán que buscar el apoyo de un colectivo menor que el de las féminas. No sé, se me ocurre que tal vez los estudiosos de fenómenos ovni, o los adoradores de cánticos espirituales maoris..
Se dice, sin embargo que muchos escritores han dedicados sus mejores esfuerzos en hablar de fútbol. No es cierto, ni de lejos, en realidad son contadísimas las excepciones. En todo caso lo que si han hecho algunos algunos ha sido situar la acción de su novela en un entorno más o menos futbolero, como hizo Vázquez Montalban con su "El delantero centro fue asesinado al atardecer", o la más famosa a nivel internacional "El miedo del portero ante el penalti", del alemán Peter Handke, en la que el fútbol es una simple excusa y no tiene nada que ver con el desarrollo del argumento. También podríamos mencionar la super ventas, (creo que se llegó a una cifra de ventas cercana a las 500) "Ruido de Cañerias" de Luis Gutierrez Maluenda.

Como ejemplo de la escasísimas novelas que hablan de fútbol se me ocurre una novela del argentino Osvaldo Soriano, divertidísima novela donde se habla del juego, de la pasión, de las visicitudes de quien lo practica sin medios, está escrita  con un sentido del humor que caracteriza al genial escritor argentino. También recuerdo un capitulo de Chatanoga Chu Chu, en la que Raul Argemi monta un partido en la soledad de las profundidades de la Pampa. Para hacerlo, al igual que Soriano se refugia en el humor (algo no demasiado del agrado de los snobs, quienes, en general, no han venido al mundo para reírse). Volvemos al principio, es muy difícil escribir una novela con el fútbol de protagonista, es un deporte que existe para vivirlo, no para escribirlo.
Vamos a repasar ejemplos de escritores que sin tener puta idea de fútbol le han usado para crear un ambiente y en muchas ocasiones para burlarse y demostrar que él es de los buenos, esa clase de seres superiores que han llegado al mundo para hacer de faro y guía a sus congéneres poco evolucionados. También citaremos a escritores, a intelectuales que siendo apasionados del fútbol jamás lo usaron en su obra.

Pier Paolo Pasolini hasta fue jugador de fútbol, pero su obra intelectual está muy alejada del deporte. Tal vez tuvo miedo de que se burlasen de él. A Roberto Bolaño si le gustaba el fútbol y le respetaba, pero al parecer solo lo refleja en parte en un cuento corto que no he leído y no voy a leer ya que en cuestión de fútbol prefiero el estadio o el televisor, y en cuestión de escritores prefiero a Lehane antes que a Bolaño. Shakespeare nombró el fútbol en alguna ocasión pero sin entrar en mayores consideraciones, a pesar de que los escritores ingleses son de los que más entornos crean alrededor del fútbol.

 Javier Marias a escrito un estudio futbolero que se llama "Salvajes y sentimentales", ya que  él es un buen aficionado, pero es más un estudio filosófico que un libro de fútbol, porqué, lo repito, el fútbol se tiene que vivir, no es para escribirlo. Albert Camus le pidió al mundo que respetase el fútbol como paradigma de la  moral del ser humano y sus obligaciones, nada menos que Albert Camus (si alguien cree que Camus era un ser poco evolucionado por apasionarle el fútbol, por favor que se levante y venga a explicarlo, le cedo mi sitio).
Repasemos frases y escritores relacionadas con el fútbol que dejan ver más allá de las propias palabras. Terry Pratcher le hace decir a su personaje: "lo importante del fútbol no es el fútbol , es sentirse parte de una multitud. Es el conjunto, el todo". Bueno, vale, muy bonito, pero no es cierto, al menos no lo es para quienes nos gusta el fútbol por si mismo, la multitud ayuda a sentir en mayor medida un estado de histeria. Me pongo como ejemplo, yo veo los partidos sentado ante mi tv de 50 pulgadas, solo, con un vaso de whisky y una caja de trufas, no chillo, no me abrazo al vecino, disfruto del partido, no del más que dudoso honor de la aglomeración con otros seres nacidos de madre.
Vladimir Nabokov dice: "De todos los deportes que practiqué en Cambridge el fútbol ha seguido siendo un ventoso claro en mitad de un periodo notablemente confuso". Supongo que algún snob estará pensando que cuando lo dijo ya conocía a Lolita. Y quizás tenga razón, pero se pueden practicar los dos deportes, es solo cuestión de organizarse.
Ana María Moix dice que ver un partido por televisión la relaja. Nada que objetar, hay a quien le relaja el café.

Snobs a los que les gusta el fútbol también los hay, son gente que ha decidido que no se van a perder nada, y creo que hacen muy bien. El primero que voy a citar es Andrés Neuman, el segundo sera Rafael Alberti. El primero, Neuman, como buen argentino, adora el fútbol y como buen argentino es un constructor de frases que deben leerse con mucha atención antes de decidir que haces con ellas. Cito sus palabras: "Por eso Maradona, además de un imposible cuento fantástico en diez segundos, con aquel gol zigzagueante acababa de escribir sin saberlo el nuevo Martín Fierro. Todo un poema épico, que además de ser relatado hasta la saciedad en las calles, venía a dibujar el espejismo de la reconstrucción". Yo, desde que lo lei ando buscando el espejismo de la reconstrucción en el gol de Maradona y hasta el momento no me acabo de aclarar. Ya me contareis si lo lográis.

Respecto a Rafael Alberti, español insigne y poeta laureado os leo unas estrofas (confieso incompletas) del poema que le dedicó a un  más o menos discreto portero húngaro llamado Platko, más famoso como entrenador y como héroe de Alberti que como guardameta: "Nadie te olvida Platko, no nadie, nadie, nadie, oso rubio de Hungría. Ni el mar que frente a ti saltaba sin poder defenderte,. Ni la lluvia. Ni el viento, que era el que más regía. Ni el mar ni el viento Platko, rubio Platko de sangre, guardameta en el polvo, pararrayos". Yo, que me declaró poéticamente insensible, a estas estrofas les noto un olor a gallinero, (por la pluma me refiero), y por mi falta de aprecio a los osos rubios de Húngria que me hacen calificar a Alberti como Capitán General de los snobs por mucho que los osos rubios de Hungria le alteren.
Hablemos de Sartre, que lo suyo es de puntuación alta. El hombre decía ser aficionado del Saint Germain y acudir el domingo al estadio para inspirarse. Una de sus frases en su obra "Crítica de la razón dialéctica" afirma que en el fútbol todo se complica por la presencia del adversario. Pues, si señor, tiene razón, sabia frase emparentada con aquella que dice que si mi abuela tuviese bigote sería mi abuelo. Por cierto, si Sartre iba a ver al Saint Germain era por ser este equipo el representante de las izquierdas cultas. Yo creo que si Sartre levantase la cabeza y viese a su equipo convertido en el Paris Saint Germain, propiedad de un principe árabe derechista y multimillonario iría corriendo a refugiarse en los huesos de Stalin.

Desplacémonos a Uruguay, allí vivía Eduardo Galeano, hombre aferrado al fútbol con pasión y que nos dejó frases de inmenso atrevimiento, por supuesto mucho mejores que el resto de su obra, más cercana al periodismo sectario que a la literatura. Cito dos. "Se puede cambiar de religión o de mujer, no de equipo". Muy buena la frase pero muchos periodistas deportivos le pueden demostrar que no es cierta, de los políticos no hablemos. En otra de sus frases compara la satisfacción que se siente con el gol obtenido y el orgasmo. Yo que he tenido la fortuna de experimentar ambas sensaciones puedo asegurar que no tiene nada que ver, entre otras cosas porque si al experimentar un orgasmo se te ocurre ponerte a chillar Goool Goool, igual te quedas sin amante.

Queridos: sexo, marisco y rock and roll, lo del fútbol y el snobismo cada cual a su bola. Por si a alguien le interesa colgaré este articulo en mi blog "Asesinatos y otros altercados" Por cierto se admiten cajas de trufas para mi próximo partido de fútbol, el whisky ya lo pondré yo.








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miércoles, 5 de julio de 2017

CAPÍTULO VEINTE Y VEINTIUNO DE "UNA CIUDAD CON QUINIENTAS MAFIAS"



CAPITULO VEINTE

Habían pasado ya un par de semanas y nadie había intentado matarme.
Sinceramente, muy de agradecer.
Aquel día hacía una humedad respetable, las tuberías de los desagües de mis vecinos roncaban con la furia propia de quien sabe que por mucho que chillen nadie le va a meter mano.
Me largué a la calle.
En la calle la humedad era igual de respetable que en mi casa, por ese lado no había ganado gran cosa. La conjunción de calor y humedad hacía que sintieses el deseo de soltar un alarido. En ocasiones sopla un aire que refresca el ambiente, me asomé a la esquina de una calle por la que cuando existe el aire se atreve a pasar.
No era el caso.
Una vagoneta de limpieza del ayuntamiento roncaba como las tuberías de mi casa. El tipo que la conducía en cuanto se le presentaba la ocasión soltaba golpes de claxon como si bramase, le supuse alma de músico frustrado.
O de sicópata en pleno ejercicio de sus funciones.
En aquel momento a mi teléfono móvil se le ocurrió ponerse a pitar.
Era una voz de mujer, o eso me pareció, la que escuché entre la selva de ruidos.
Me metí en una de esas callejas estrechas, oscuras aun a pleno día y silenciosas ya que ni el ruido siente demasiados deseos de circular por allí. La ropa tendida de los balcones te riega con humedades sospechosas de contener bacilos venidos de tierras lejanas que tienen como costumbre volver locos a los médicos que se enfrentan a ellos.
Era la voz de una mujer, efectivamente.
Me gusta que me llamen las mujeres, no siempre me piden dinero.
Me dijo que era Carmen.
No reconocí su voz.
Era la Carmen de Paquete, nunca había escuchado su voz por teléfono.
No quería dinero, quería que supiese que se había encerrado durante días, que había dado largos paseos por la montaña, a solas con sus demonios, que les había combatido, que había tomado decisiones, había vuelto a casa y que ella y Paquete habían hablado como nunca lo habían hecho y estaban seguros de que podían superar a sus demonios y muchas más cosas, esperaban ser felices y los dos me daban las gracias y querían contar con mi amistad.
Aquello estaba bien.
Me hizo feliz
La felicidad es un anestésico de primer orden.
Yo no le pregunté la causa del cambio, la razón por la que había vencido a sus demonios con lo que parecía una relativa facilidad, pero ella me lo dijo.
Su marido ya no era un problema, había muerto de una puñalada en la cárcel. Una de esas peleas carcelarias que nadie sabe como empiezan pero si como acaban, cuando en el suelo queda tendido un cadáver. Para ella había sido un golpe en el primer momento, pero luego había comprendido que aquello podía significar la liberación. Una normalización de su relación con Paquete podía ser posible. Me contó que por muy irracional que pudiese ser la presencia física de su marido, aunque estuviese en la cárcel y entre ellos hubiese desaparecido cualquier posibilidad de mantener una relación marital, le creaba sentimientos de culpa que revertía sobre Paquete.
Ahora se estaba preparando para vivir con él.
Hacía tiempo que habían llegado a la conclusión de que el muro que se interponía entre ellos era su marido, pero nunca habían sabido superar aquella barrera.
Ahora ya no había muro ni necesidad de hacerse daño.
Aquello seguía estando bien.
Los anestésicos los venden en pastillas, gotas, incluso supositorios.
Mientras funcionen que más da.
Carmen me daba las gracias por la ayuda que le había prestado cuando lo necesitó.
De nada, por supuesto. Fue un placer.
Para eso están los amigos.
Teníamos que ir a almorzar los tres para celebrarlo.
Claro, faltaría más, el día que quisieran siempre que no estuviera librando a la humanidad de algún peligroso asesino.
Carmen se rió.
Yo me reí.
En cuanto Carmen colgó llamé a Paquete.
De lo único que no tenía ganas era de reír mientras repiqueteaba en mis oídos el tono de llamada.
-Dime que no ha sido cosa tuya,-le dije en cuanto escuché su voz.
No hizo falta que le contase de que estaba hablando.
-¿Por qué te he de dar explicaciones?,-dijo.
Algo de razón tenía, yo no soy Dios, ni Paquete era mi jodida creación.
-¿Has hecho que le maten?,-me había quedado sin discurso, nada de reflexiones morales, solo me quedaba seguir preguntando.
-En caso de haberlo hecho se lo tenía más que merecido. De cualquier manera Carmen que tiene derecho a preguntar no lo ha hecho y tú que no eres nadie te crees que me puedes juzgar.
-Lo has hecho.
-En ocasiones pienso que si, y en otras, pienso que debería haberlo hecho.
-¿Y eso que demonios quieres decir?.
-Que te vayas a tomar por culo.
-Y colgó.
A los diez minutos mi teléfono móvil sonó de nuevo.
La voz de Paquete sonaba reposada.
-No, no ha sido cosa mía,-dijo.
Y me lo creí.
Y fue un descanso creérmelo.
-Gracias,-le dije a Paquete.







CAPITULO VEINTIUNO

Aquel día estaba sentado frente a mi mesa del locutorio, esperaba a que alguien me contara que su marido era un cabrón que se beneficiaba a su secretaria, o que el perro de su vecino se cagaba cada día en la puerta de su piso y quería estar segura antes de denunciarlo.
Le dije a Lena que salía un momento a comprar empanadas argentinas y que regresaba en quince minutos, que si alguien preguntaba por mi le podía decir que esperase.
Lo de las empanadas argentinas era cierto, se las compro a menudo a un chaval del vecindario que las hace de vicio, y nos las comemos con Lena.
El chaval argentino me contó que las hace con la receta de la abuela.
Lena dice que es posible.
Cuando regresé alguien estaba sentado al lado de mi mesa.
-Me ha dicho que te esperaba, que no tenía prisa,-me dijo Lena moviendo la cabeza en dirección a la espalda de la mujer que se sentaba junto a mi mesa.
Tenía unos hombros anchos, delgados y bronceados, y los mantenía firmes mientras me acercaba. Si estaba escuchando mis pasos no lo demostraba.
Cuando dije: -buenos días, soy Atila.
Ella respondió: -ya sé quien eres, por eso estoy aquí.
Sara sonreía levemente, seguía sentada y me miraba sin parpadear.
-Eres un cabronazo, detective,-dijo sin dejar de sonreír. En todo caso le dio una vuelta de tuerca más a la levedad de su sonrisa.
Podía decirle que más de una noche me había acordado de su cuerpo desnudo antes de que me escupiese en la cara.
Ella me miraba fijo sin acabar de borrar la media sonrisa de su rostro.
Tal vez estaba apuntando.
Una sonrisa no garantiza que no te vayan a escupir.
Entre sus manos apareció un paquete envuelto en papel de regalo del Corte Ingles.
Me dijo:-esto es para ti, para cancelar una deuda.
Pensé si sería una serpiente.
Lo abrí. No era una serpiente, pero casi acierto.
Un cinturón de piel de serpiente.
Tuve que reprimir una carcajada.
-Si el tuyo se lo quedo aquel malnacido atado a sus pies, este te ira bien.
-En realidad le atonté de una patada y me largué sin atarle los pies con mi cinturón.
-¡Oh!, dijo Sara poniendo cara de falsa desilusión.
-Pero me hacía falta muchas gracias.
-Me alegro, ahora espero tus disculpas.
-No puedo, es mi trabajo.
-¿Ni se te ocurre nada agradable que me haga sentir mejor?.
-Vestida estás preciosa, Sara. Aquel día estaba más atento al desgraciado que dormía en el suelo y a que no le rompieras la cabeza con aquella piedra, no te pude admirar con detenimiento.
-Yo hubiese jurado que si que lo hacías.
Me encogí de hombros, soy un tipo duro, no lo olviden.
-Lamento lo de tu divorcio, imagino que la cosa acabó así.
-Imaginas mal.
-Yo le entregué a tu marido un informe completo y no ahorré ninguna de las fotografías que tomé, se lo dí en mano.
-Justo en el momento en que te pagó, supongo.
-Justo en ese momento, al estilo Judas.
-Imagino.
-Vivo de la maldad de todos nosotros, ya sabes.
-Pues así y todo no ha habido divorcio, llegamos a un acuerdo amistoso: yo hago lo que me da la gana con la mayor discreción posible y el se conforma. En el trato entra también mi promesa de levantarle el ayuno sexual al que le tenía sometido desde el día que descubrí su afición a frecuentar una conocida casa de putas.
-Buen acuerdo.
-¿En ningún momento dudaste en entregarle el informe a mi marido?.
-No, aunque es cierto que tuve dudas.
-Cuéntamelo.
-Hubo un momento que pensé que lo mejor sería seguir filmando mientras aquel tipo te violaba y comercializar la cinta asociándome con tu marido.
-Eres un perfecto hijo de puta.
Me encogí de hombros de nuevo, si aquello seguí así acabaría doliéndome la espalda.
-No te creo, Atila.
-Puedes creerme, al menos en parte. Mi instinto de supervivencia me decía que procurase no hacer ruido y dejar que la vida continuase a lo suyo. Pero lo que estaba a punto de suceder me asquea profundamente. Los tipos como aquel me asquean profundamente aunque estén tomando un batido en el bar de una residencia de ancianos. Lo que tú y tu amigo hacíais en el coche no era merecedor de lo que os esperaba, cada uno hace el amor con quien le da la gana. Tienes que ser el mismísimo demonio para merecer que te hagan una barbaridad como la que aquel fulano os podía hacer, y tú tienes cara de ángel, así que mandé a paseo a mi instinto de supervivencia y vine a echaros una mano. Además no estaba nada seguro de lo que podía pasar, esos fulanos son imprevisibles. ¿Le hizo mucho daño a tu acompañante?.
Entonces fue Sara quien se encogió de hombros, -no, no mucho, aunque él decía que si.
-Me alegro, estamos todos sanos y salvos, una maravilla.
-¿Qué voy a hacer contigo, Atila?.
-¿Por qué no empiezas por contarme que haces sentada en esta silla?.
-Tenía una enorme curiosidad por conocer al hijo de puta que casi crea un problema en mi matrimonio. Y una curiosidad aun mayor por conocer al hombre que, en el mejor de los casos, me salvó de pasar un rato horrible en manos de aquel sujeto.
-Ya veo.
-Y de paso quería saldar la deuda que tengo contigo.
-De nuevo gracias por el cinturón.
-Yo creo que lo que hiciste vale más que un cinturón.
-No me debes nada, tu marido pagó lo estipulado.
-Está muy bien que no quieras dinero, pero ¿aceptarías que te invitase a almorzar?.
Miré a Sara, de verdad que vestida estaba preciosa.
Tanto como desnuda.
Lo que estaba a punto de hacer estaba muy mal, iba en contra de cualquier norma deontológica que afecte a mi oficio.
Le dije que me encantaría que me invitase.
La deontología y yo mantenemos una relación que en el mejor de los casos cabría definir como escasamente vinculante.
¿Se dan cuenta?. Este oficio mío es una maravilla, creo que lo he repetido en varias ocasiones a lo largo de este relato. Y si les he dicho lo contrario es que Sara aun no estaba sentada en aquella silla.
Mi ángel de la guarda se estaba escoñando de risa apoyado en la barra del bar de la esquina, probablemente se emborracharía como un demente para celebrar mi falta de seriedad.
Le encanta ese bar, está lleno de tipos como él, les estaría contando toda la historia.
Al pasar frente a su mostrador Lena me guiñó un ojo mientras movía la cabeza en un gesto de desaprobación. Una muestra fehaciente de que las mujeres son capaces de hacer dos cosas al mismo tiempo. Y probablemente de pensar tres.
En cuanto salimos Sara se colgó de mi brazo, yo miré alrededor por si nos seguía algún hijo de puta contratado por su marido.
-¡Ay Atila, que le vamos a hacer, me gustan los tipos a los que no puedes presentar a mamá!,-me dijo Sara acercando su boca a mi oído.
-Es una lastima, Sara, estaba deseando conocer a tu mamá.
-Sabes, le prometí a mi marido que nunca más haría el amor con alguien, que no fuese él dentro del Volvo.
-Es una sabia decisión, Sara.
Seguimos andando, supuse que ella sabía hacia adonde.











AGRADECIMIENTOS.

Cualquier gran autor acostumbra a terminar sus libros con una insólita, por extensa, lista de agradecimientos. Probablemente por eso son grandes autores y escriben Best Sellers. Quedo pues apenado al no ocurrírseme a quien (sin cuyo concurso esta obra no hubiese visto la luz) le debo agradecer que esta novela tenga un inicio, una trama y un final, ya que la he escrito yo mientras el resto del mundo se dedicaba a sus menesteres, como por otra parte, debe ser.
Gracias, sin embargo, a todos aquellos que la habéis leído.
Y a mis padres ya que, por mucho que no pensasen en ello, sin su colaboración no estaríamos en este mundo, ni mi novela ni yo.
Y a mis editores.
Y a mi agente.
Y a Lars Larson Larsonson (que no tengo ni puta idea de quien pueda ser)
Y a… joder, ya empezamos.
Gracias a todos.
Portaros bien.














UN RECONOCIMIENTO ESPECIAL.-
Para Misha Glenny, autor de Mcmafia, libro del cual he aprendido un mundo acerca de mafias y del que he obtenido informaciones que me han ayudado a escribir esta novela.
Gracias Misha, en el improbable caso de que algún día nos encontremos será un placer invitarte a almorzar. Y evidentemente regalarte un ejemplar.
Thank you, folk.
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PRESENTACION


Luís Gutierrez Maluenda
Barcelona 1945
Trabajé en el sector informático como gestor de grandes cuentas hasta el 2005 en el que inicio mi carrera literaria en el ámbito de la novela negra.

Obras publicadas:

"Putas , diamantes y Cante Jondo", finalista mejor primera novela en la Asociación de Novela Negra Brigada 51.

"806", publicada en Internet, finalista a la mejor novela.

"Música para los Muertos" seleccionada como mejor novela del mes por Radio EusKadi y reseñada en el especial de suplemento literario de El País para la Feria del libro de Madrid.

"Una anciana obesa y tranquila"

"Los muertos no tienen amigos"

"Mala Hostia"

"Un buen lugar para reposar"

"Ruido de cañerias"

Relatos cortos en diversas revistas

Novelas publicadas en formatao e-book:

"El árbol bajo el que siempre llueve"

"Un caniche blanco muerto"

"Un origen salvaje"

Ensayo:

"Jazz y Blues en la novela negra americana", impartido en las Universidades de Salamanca, Autónoma de Barcelona y Carlos III de Getafe.

Una mosca gorda y azul

Una mosca gorda y azul

Stinky Rabbit

Stinky Rabbit
Luis Gurierrez Maluenda y su inseparable amigo Stinky






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