CAPITULO TRECE
Mabel es mi ex esposa, hace
unos años cometimos el error de pensar que podíamos formar uno de
esos matrimonios burgueses guardianes de las buenas y sanas
costumbres familiares. Condiciones para ello teníamos: ninguno de
los dos había estado en la cárcel.
Poco tiempo después de
casarnos ella descubrió que yo no sería un buen padre para sus
hijos y yo descubrí que su pasión compulsiva por la limpieza, capaz
de llevarla a eliminar las manchas de la piel de una hiena, no era
más que un sustituto del sexo que no le apetecía practicar conmigo.
Poco antes de nuestra ruptura definitiva, en una librería de lance
encontré un libro titulado “Las Relaciones Sexuales en el marco
del matrimonio cristiano”. Se lo regalé, asegurándole que seguir
sus consejos era ideal para conservar a su próxima pareja ya que yo
me largaba.
Lo único que me dijo era que
ella no iba a misa y que me iba a arruinar.
No me arruinó.
Yo ya lo estaba, pero su
abogado contribuyó a mantener floreciente mi ruina.
No sé como maneja actualmente
Mabel la cuestión sexual o lo de las manchas de la hiena, pero puedo
jurar ante el juez más exigente que ha desarrollado una capacidad
fabulosa para oler el dinero.
Mi dinero, más concretamente.
No hay momento en que yo ande
con el bolsillo medianamente lleno que ella no se presente a pedirme
los atrasos de la mensualidad que un juez le concedió y que debo
pagar. No soy el tipo más puntual del mundo en lo referente al pago
de la pensión de Mabel, lo sé, pero no acostumbro a retrasarme más
de un para de meses. Y en cuanto me recupero de mi floreciente ruina
pago.
En aquellos momentos no le
debía nada a Mabel, lo cual no es motivo para que ella si huele
dinero no venga a pedírmelo. Motivos para que comparta con ella mi
dinero siempre encuentra, el fallecimiento de su microondas o la
escasa capacidad de su novio para llevarla de vacaciones puede ser un
motivo tan bueno como otro cualquiera, aunque si hemos de ser
sinceros usa argumentos mucho más dramáticos, y normalmente poco
comprobables.
Hacía ya unos días que mi
billetero estaba en mejores condiciones de lo habitual, y Mabel aun
no se había presentado para contarme cualquier milonga que me
aliviase del peso de unos cuantos billetes.
Mabel, el dinero lo huele a
kilómetros de distancia, así que aunque se hubiese marchado a un
balneario en el Pirineo Aragonés, desde allí estaría oliendo mi
billetero. Descarté por tanto el balneario y pensé que estaría
resfriada o agonizando en una sala de infecciosos del Hospital del
Valle Hebrón.
Era el resfriado. Lo comprobé
cuando aquel día vino a verme ya completamente restablecida.
Necesitaba desesperadamente que le adelantase el pago del mes, tenía
problemas domésticos aunque no me aclaró que clase de problemas
eran los que la angustiaban. Lo único que me aclaro es que si el
adelanto era para tres meses, mejor.
Probablemente necesitaba una
cortina nueva o tenía la necesidad imperiosa de una cantidad
industrial de toallitas multiuso.
Por lo de la hiena.
A principio de mes ya se
habría olvidado del adelanto y vendría a por el pago completo.
Le di doscientos euros y le
pedí que me dejase en paz.
Ya sé que hoy en día, con el
problema de la inflación y la crisis, doscientos euros no es mucho
dinero, pero da para un buen montón de toallitas limpiadoras
multiusos.
Y la hiena encantada.
En cuanto se largó Mabel, y
como compensación, mi ángel de la guarda, que cuando no anda
borracho procura echarme una mano, me envió el premio de consolación
para detectives casposos. Me llamó Fausto Baliarda para preguntar
como iban mis investigaciones y si necesitaba más dinero.
Yo y aquel fulano nunca
seríamos amigos, pero me encantaba la facilidad que mostraba para
ofrecerme dinero sin exigirme pasar cuentas.
También me asustaba aquella
bonanza, pero mi vida ha estado siempre llena de sustos Y la mayoría
de las veces ni siquiera cobraba.
-Estoy siguiendo una pista que
tal vez apunte a cosas serías, ¿conoce usted una empresa que se
llama Global Asesoría e Inversiones?.
-No, ¿debería?.
-Supongo que no, no parecen
buena gente, aunque tal vez me equivoque.
-Cuénteme algo de ellos, por
favor. Si tiene un momento hágalo ahora, así se ahorra un informe
escrito
Le conté como había llegado
hasta ellos y mi entrevista con Aurelio Cominges. No me pareció
necesario contarle nada más ni él insistió en que le ampliase la
información, más bien la conversación pareció interesarle entre
poco y nada.
-Si necesita la colaboración
de Ayoub para alguna de sus gestiones le ruego que no dude en
pedírmelo.
En cada ocasión que Baliarda
me recordaba su predisposición a “prestarme” al moro, tenía la
sensación de que lo hacía más para controlarme que para
protegerme.
-En principio cuanto más
lejos esté Ayoub de mis investigaciones, mejor.
-Como usted diga, por cierto y
hablando de Ayoub ¿ha seguido el hilo del nigeriano?.
-No, me parece más prometedor
el que le comento, además Abdoulaye está muerto y recuperar un
contacto por este lado me parece azaroso.
No quise decir nada acerca de
la información que Ayoub le sacó a Abdoulayé y Baliarda no
consideró conveniente hacerme partícipe. La respuesta de Fausto
Baliarda me hizo sospechar que su pregunta había sido retórica.
-Claro, lo dejo en sus manos.
Llamé a Paquete, me dijo que
aun tenía el estomago revuelto, pero que si yo quería aquella noche
podíamos pasarnos por alguno de los clubs. Había hablado con un
antiguo compañero quien durante un tiempo había estado en
antivicio. Sin contarle nada de la grabación, le había descrito el
aspecto del local y le habían dicho que aquella descripción se
ajustaba bastante al Jaguar, un club situado en la carretera del
Tibidabo.
Decidimos ir al Jaguar.
Dediqué el día a tomármelo
con calma.
No estoy acostumbrado a
tomarme mis días con calma. En mi caso, días calmados frecuentes
liga con cenas poco frecuentes.
En el locutorio, las
Adoradoras del Vallenato estaba excitadas. Alguien se casaría, se
divorciaría o algún fotógrafo espabilado habría pillado a algún
famoso metiendo el morro en donde no debía. Elisabeth y Janeth se
habían reconciliado y comentaban con firme determinación los
sucesos que aquel día llenaban sus vidas.
-Mejor te vas de joda, Atila,
esto no está hoy para que puedas trabajar tranquilo -me dijo Lena.
Le hice caso.
Paseé por las zonas
tranquilas de Barcelona, me dediqué a observar a la gente y pensar
quien le pondría los cuernos a quien.
Deformación profesional.
Casi nadie me parecía
inocente, los hombres menos.
Las mujeres disimulan mejor.
Pronto me aburrí del juego,
se parecía demasiado al trabajo. Entonces me entretuve inventándoles
vidas y misterios a la gente. Me llamó poderosamente la atención un
hombre que parado frente al escaparate de una gran librería
observaba los títulos expuestos con expresión de no saber que hacer
allí. Me senté en un banco y me dediqué a observarle. En un
momento dado el hombre se rascó laboriosamente el cogote, dio media
vuelta y se alejó paseo de Gracia arriba. Inventé sobre la marcha:
de pronto, el hombre ha recordado que frente a aquel escaparate no
hacía nada de provecho, que en realidad él lo que quería era pasar
por el supermercado a comprar un par de cajas de Donuts, una
recubiertos de chocolate y la otra de glaseado de azúcar. Sin saber
demasiado bien la razón, le habían llamado poderosamente la
atención los colores de las cubiertas de los libros y una banderola
publicitaria anunciando que del libro que llenaba el escaparate se
habían vendido doscientos mil ejemplares en las dos semanas que
llevaba en el mercado. El tipo pensaba que el editor mentía y sin
embargo vivía tranquilo sabiendo que en ningún caso nadie los iba a
contar excepto él mismo en el momento de hacer la liquidación,
probablemente ruinosa. Pero al hombre que miraba el escaparate eso no
le importaba, él lo que quería era llegar al supermercado y comprar
un par de cajas de Donuts, una recubiertos de chocolate y la otra de
glaseado de azúcar, así que dio media vuelta y se largó
pacíficamente Paseo de Gracia arriba en busca del supermercado.
Pronto dejé de pensar en
ello, yo no escribo novelas ni las edito. Y con franqueza, los
Donuts, tanto si están recubiertos de chocolate como glaseados me
parecen una comida de críos. Trato de imaginarme con los labios
manchados de chocolate y los dedos pringosos de glaseado y no acabo
de reconocerme.
La tarde se me hizo larga,
transcurrió a trompicones, mi mente saltaba de una idea absurda a
otra más absurda todavía. La visión de la grabación que
encontramos en el apartamento del hombre que tenía mala suerte con
los coches caros me asaltaba. La rechazaba con un esfuerzo de
voluntad hasta que me distraía con cualquier cosa, entonces las
imágenes de la noche anterior, la luz cruda sobre las mujeres que se
subastaban, la cara canallesca, insensible del subastador, los
comentarios mudos del público entre divertidos e interesados
llenaban de nuevo mi mente. Trataba de relacionar lo visto con los
datos que tenía, atar un cabo con otro, un hecho con una sospecha.
El resultado era lastimoso, aunque siempre acababa en Global Asesoría
e Inversiones. ¿Qué tenía que ver la dantesca comedia de la
grabación con la sofisticación de Global y sus gestores?. Tal vez
el verdadero centro de la trama era el tipo a quien yo había dejado
escapar, creyéndole un vulgar estafador de poca monta y en aquel
momento se estaría revolcando de risa a causa de mi inocencia ¿era
posible que fuese él y no Aurelio Cominges quien establecía y
mantenía la relación con el mundo oscuro que el disco mostraba?.
¿Fernando Santiago y Marco Santillana eran manejados por el hombre
de la mala suerte o lo eran por Aurelio Cominges?. También era
posible que la relación jerárquica entre todos los personajes de la
trama fuese exactamente como parecía. Tal vez Global, tal como su
nombre indicaba se dedicase a gestionar, aconsejar y cuidar el dinero
de inversores en negocios perfectamente lícitos.
Me estaba volviendo loco.
Pero no hay tarde que no
termine.
Aquella noche fuimos de putas,
al club Jaguar concretamente. Fuimos en el coche de Paquete, un Seat
León de color rojo con un doble tubo de escape cromado y llantas de
aluminio que costaban más que el resto del coche.
Cuando me cachondeé confesó
que le había comprado de segunda mano a un vecino de gustos extraños
y que si seguía tocándole los huevos me iba a forrar a hostias.
Fue una pena, estaba a punto
de preguntarle cuanto le había costado el tuneado.
Eran las doce de la noche, una
hora excelente para ir de putas si no tienes intención de acostarte
con una de ellas. A esa hora temprana parecen remilgadas señoritas
de buena familia sin ánimo de lucro. En caso de que tu intención
sea gozar de sus encantos, la última hora de la madrugada es la
mejor, las que no han tenido una buena noche parecen el Corte Ingles
en época de rebajas.
En la puerta, un portero negro
vestido con un uniforme que hubiese hecho las delicias de un
comandante de las fuerzas armadas de Botswana nos saludó
marcialmente y nos abrió la puerta. Tal vez el uniforme era genuino
y el hombre había llegado a España en patera.
Le mire los zapatos y los
tenía secos.
En todo caso lo de la patera
era antiguo.
El interior del local no
ofrecía demasiadas sorpresas, era el paraíso para todo aquel que,
en su idea de la felicidad. incluyera barras brillantes en una
pequeña pista circular, donde una chica en topless refrotaba su
pubis con un entusiasmo tan falso como los gemidos de placer de sus
compañeras en las habitaciones del piso de arriba. Una panda de
tarados alargaba billetes a las chicas que se retorcían en la barra,
al introducir el dinero en el tanga de la mujer, al tiempo que
trataban de comprobar si estaba rasurada. Cada uno imaginaba lo que
más caliente le ponía, ellas eran especialistas en escorzos
evasivos.
Nos dirigimos hacia la barra,
al menos allí por tu dinero te daban algo de alcohol.
-El sexo sin amor es
pecaminoso, Paquete, ni te las mires, no querría encontrarme contigo
en la sala del infierno reservado a los palilleros y puteros.
-¿Es la misma?.
-Me han asegurado que si.
-Bueno, por mi no te
preocupes, el sexo sin placer aun es más pecaminoso que sin amor.
Hace años que las putas han dejado de parecerme mujeres.
-Me preocupaba tu alma
inmortal, ya me has tranquilizado.
-¿Alguien te ha dicho que
haciéndote el gracioso das pena?.
-¿De verdad?. Y yo que
pensaba dedicarme al mundo del espectáculo, cuando me retire,
podríamos hacer un dúo, -mi compañero se encogió de hombros
desdeñosamente dándome a entender que la conversación no le
interesaba.
-¿Que tienes previsto hacer
aquí?, porqué sigo pensando que perdemos el tiempo, un tiempo
precioso, a no ser que lo pases bien rodeado de tanta carne
disponible, ¿estos polvos los cargas a la nota de gastos del cliente
o eres un chanchullero honrado?.
-Vete a la mierda, gorila.
-¿Pues?.
-¿Te he hablado en alguna
ocasión de mi ángel de la guarda?.
-No y prefiero que no empieces
ahora.
-Una mano se posó en mi
muslo. La mano se quedó inmoderadamente cerca de mi bragueta. La voz
que acompañaba a la mano era suave como el arrullo de la mejor amiga
de tu esposa. Me giré, la chica era una mulata que fumaba mirando en
la dirección opuesta a mi bragueta.
Una chica imaginativa.
Seguí hablando con Paquete.
-Acabo de encontrar a la mujer
de mi vida, colega, -le dije a Paquete.
-¿Quién lo iba a decir,
aquí?.
La mano de la chica estaba
ahora paseándose por mi entrepierna, supuse que con las mejores
intenciones, no parecía una chica dada a la promiscuidad. Me giré
de nuevo hacia ella y en esta ocasión se decidió por un ataque
frontal.
-Vas bien armado, amor, -dijo
haciendo planear sus pestañas como a dos gaviotas indecisas tratando
de averiguar si lo que flotaba en el agua era un pez despistado o
cualquier otra cosa menos apetitosa.
-Un verdadero escándalo,
cielo, soy un peligro público para cualquier buena chica, pero el
dueño del billetero es mi amigo, yo voy de gorrón esta noche,
convéncele a él para que pague la fiesta.
La chica se separó
ligeramente para contemplar a Paquete quien se pellizcaba suavemente
los labios sin prestarnos demasiada atención. La mulata le dio un
buen repaso antes de decidirse, luego me miró a mí de nuevo y dijo:
-Que os den por el culo, a ti y al madero.
Se giró y oteó el horizonte
por si había algo que valiese la pena.
Como la gaviota.
Fue un amor breve pero
intenso.
-¿La conoces?,-pregunté a
Paquete.
-No hombre, no, lo que sucede
es que estas chiquillas tienen el olfato muy fino para detectar a la
policía. Y si yo fuese de antivicio haría rato que estaría en la
otra punta del local.
-Usan una colonia especial los
de antivicio.
-Según ellas, si.
Traté de contarle a Paquete
lo de mi ángel de la guarda, más que nada para joderle.
Me miró en un par de
ocasiones como si acabase de descubrir que era subnormal. En realidad
estaba bastante jodido.
Cuando íbamos por el segundo
whisky a cuenta de la nota de gastos de Fausto Baliarda, vi entrar a
Aurelio Cominges
. Se lo señalé a Paquete y
me amorré a la barra para que no me viese.
-¿Te das cuenta Paquete, mi
ángel de la guarda nos está echando una mano?.
-Si me vuelves a hablar de tu
ángel de la guarda, te pego un tiro.
-OK, ya me callo.
-¿Es aquel que se dirige a la
otra barra?.
-Si, pero no me hagas mirar,
¿le puedes controlar desde aquí?.
-Perfectamente.
-Muy bien, ahora estamos en mi
elemento, te diré lo que vamos a hacer. Haga lo que haga que no nos
vea, en este ambiente es bastante probable, y cuando se largue le
seguimos, averiguamos donde vive y sobre la marcha decidiremos lo que
vamos a hacer.
-De acuerdo, genio. Me parece
que va a tiro fijo, se ha dirigido a una rubia que sin la melena
plateada y disfrazada de colegiala causaría estragos en la salida
del colegio. Se está enrollando con ella. Creo que le estaba
esperando.
-Sigue vigilándoles y sobre
todo si ves que se dirige hacia aquí avísame, me largaré a dar una
vuelta. Sería muy malo que me reconociese, sospecharía
inmediatamente.
–Pues ni te dirijas a mí,
que no se de cuenta que vamos juntos. Si te ve ya me ocuparé yo de
él. Ya estamos, se va hacia arriba con la nena, ya te he dicho que
iba a tiro fijo.
Le cargamos el tercer whisky a
la cuenta de gastos de Fausto Baliarda.
A los cuarenta minutos, el
tipo, bajaba las escaleras relajado y sonriente, se asentaba en la
barra y pedía una bebida que fue consumiendo tranquilamente mientras
la rubia platino adolescente trataba de enamorarse de nuevo.
Una chica romántica,
necesitaba un nuevo amor cada cuarenta minutos.
A no ser que al siguiente
pudiese ventilárselo en cuarenta segundos.
Cominges terminó la bebida,
se levantó y se dirigió a la salida. Dejamos pasar un par de
minutos y salimos detrás. En el aparcamiento solo un coche estaba
haciendo maniobra para abandonarlo. Nos pegamos a él dejando un
coche que bajaba del Tibidabo entre nosotros.
La carrera terminó en una
travesía de la zona alta de la calle Balmes. Dejamos el coche en
doble fila y Paquete salió a rondar. Al cabo de quince minutos,
regresó.
-Vive en aquel edificio de
allí,-señaló,- piso tercero primera, mañana vendremos a
visitarle, ha sido una noche provechosa. Si no tienes una idea mejor
te acercaré a tu casa.
La idea de meterme en la cama
y dejarlo correr hasta el día siguiente me parecía lo más
adecuado.
Me desperté a las nueve de
la mañana, cuando llamé a Paquete estaba bastante despejado.
Quedamos en encontrarnos en la esquina de la calle Pelayo con Balmes.
Era sábado por la mañana,
un buen día para joder a un hijo de puta. Me lo dijo Paquete
mientras nos dirigíamos a casa de Aurelio Cominges.
No me aclaró porqué un
sábado era mejor que cualquier otro día de la semana.
Tampoco le pedí que me lo
aclarase, en realidad a mi también me iba bien.
Pulsé el timbre de su puerta
y me retiré a un lado de forma que no pudiese verme a través del
visor si se le ocurría echar un vistazo. Casi con seguridad me
reconocería y sospecharía que estaba en peligro.
-Hay que actuar con delicadeza
para que no chille,-dijo Paquete.
En cuanto Aurelio Cominges
abrió la puerta, el puño de Paquete se hundió violentamente en la
boca de su estomago forzándole a expulsar el aire violentamente. Su
cuerpo, mientras boqueaba tratando de recuperar aire, empezó a
arrugarse como el de un muñeco neumático al que súbitamente le han
abierto la válvula. Paquete le agarró por el cuello de la camisa y
le arrastró al interior de la casa, le sentó, le esposó las manos
detrás de la silla y observó como iba recuperando la respiración.
Cuando comprobó que ya empezaba a respirar normalmente y se disponía
a hablar, le apretó la nariz con fuerza forzándole a abrir la boca
de par en par para tomar aire. Le puso la pistola dentro de la
cavidad bucal y dejó de apretarle la nariz.
-Antes de que quite la pistola
de ahí tienes que entender cual es la situación: si haces un
movimiento que no me guste, mi compañero te degollará. Si tratas de
chillar o hacer un ruido más fuerte que un pedo, mi compañero te
degollara. Si no respondes con claridad a lo que te pregunte te
amordazaré y te iré rompiendo los huesos uno a uno hasta que me lo
hayas contado todo. Por el contrario, si haces lo que te ordene
saldrás vivo y bastante entero de esta. Si lo has entendido, mueve
la cabeza para que nosotros también nos enteremos.
Para reforzar el efecto me
situé frente a Cominges. Al reconocerme abrió los ojos
desmesuradamente y movió la cabeza asintiendo.
-Ya ves muchacho, con la
crisis el negocio de la lampistería no da lo suficiente para comer,
así que nos tenemos que ocupar de otros asuntos: le rompemos el alma
a gente, mala gente como tú habitualmente, aunque no es
estrictamente necesario que lo sea si pagan bien, el negocio es el
negocio como tu ya debes saber. Por cierto este de la pistola es mi
socio, por el rato que pasemos juntos ya verás que nosotros no
usamos el sistema de policía malo, policía bueno, preferimos
practicar lo de policía malo, policía peor. Así que pórtate bien
y responde a lo que te pregunte mi compañero.
Paquete cogió las riendas de
nuevo.
-¿Tienes televisor, colega?.
El tipo movió la cabeza
afirmativamente.
-Y reproductor de DVD también,
supongo.
Aurelio Cominges movió la
cabeza afirmativamente y señaló con la cabeza un rincón del salón.
-¿Ves hombre como no es tan
difícil contestar a nuestras preguntas?,-Paquete casi parecía
ofendido de que le hubiese tomado por un tipo peligroso. Se acercó a
la silla y la giró de forma que Aurelio Cominges pudiese ver el
televisor. Con un gesto de cabeza me indicó que podía poner el
video que habíamos encontrado en casa del fulano que tenía mala
suerte con los coches de gama alta.
Al aparecer las primeras
imágenes del Jaguar, Cominges nos miró alternativamente a ambos e
hizo un gesto de incomprensión, encogiéndose de hombros.
-Conoces el lugar ¿cierto?.
-Si,-dijo con un hilo de voz.
-¿Habías visto alguna vez
esta grabación?,-le pregunté.
-No.
-Tampoco sabes quien ha podido
hacerla.
-No, yo no he sido, lo juro.
-No te preocupes, te creemos,
al fin y al cabo estamos entre amigos,-la cara de Paquete desmentía
sus palabras.
Permanecimos en silencio hasta
que llegó la estática, Cominges sudaba y de cuando en cuando giraba
el cuello con breves movimientos espásticos.
-Ahora te va a gustar más,
-le dije acompañando mis palabras con una sonrisa torcida.
En cuanto aparecieron las
primeras imágenes de la subasta dejó caer la cabeza sobre el pecho,
como si no quisiera mirar. Paquete le agarró por el pelo, tiro hacia
atrás y le obligó a mirar.
-Si vuelves a bajar la cabeza
te la rompo, hijo de puta. Sabes lo que es esto, ¿verdad?.
Santiago movió la cabeza
afirmativamente.
-No te he escuchado, -dijo
Paquete.
-Si, -de nuevo el hilo de voz.
-¿A eso os dedicáis en
Global?, -le pregunté acercando mi cara a la suya.
-No, nosotros no tenemos nada
que ver.
-¿Con que tenéis que ver,
vosotros?.
Aurelio Cominges negó con la
cabeza y permaneció callado.
A las manos de Paquete le
había crecido un listín telefónico que hasta hacía un momento
reposaba en una mesita baja. Lo descargó con fuerza sobre la cabeza
de Cominges que por un momento pareció que perdía el conocimiento.
Paquete salió un momento de la estancia, regresó con un vaso de
agua y se lo lanzó a la cara, luego agarró de nuevo el listín
telefónico.
-¿Con que tenéis que ver
vosotros?.
Aurelio Cominges permaneció
callado. El listín volvió a caer sobre la cabeza y de nuevo dio la
impresión de que iba a perder el conocimiento.
Un nuevo vaso de agua arrojado
a su cara le despabiló.
-Creo que vamos a cambiar de
método, no te voy a pegar más, -le dijo Paquete, -te voy a contar
una historia que seguro que te interesará, estate atento. Tenemos
dos copias más de este video, una la enviaremos a la policía con un
pequeño relato de lo que hace Global, especificando que tú, Aurelio
Cominges eres la persona más adecuada para darles explicaciones. Si
tú no nos lo cuentas lo que hace Global tendremos que inventarnos
algo, no será demasiado difícil, luego la policía ya ira viendo,
son gente muy espabilada, en cvuanto ven a un chorizo se les activan
todas las neuronas. La otra copia ira a parar a las manos de tus
jefes, también llevará una nota, en ella les contaremos tus
aficiones como director de cine, estoy seguro de que estarán
encantados al ver que tienen un empleado con aficiones artísticas.
-No podéis hacer esto, me
mataran.
-Seguro que lo harán, -dijo
Paquete moviendo la cabeza afirmativamente con el aire de un
sacerdote al que le acaban de confesar un pecado especialmente leve.
-Te cortaran a pedazos,
chico,-remaché yo.
-¿Por qué me hacéis esto?.
-Porqué somos muy curiosos y
no aceptamos que no nos cuentes lo que queremos saber. Cada uno tiene
sus aficiones y tú estás malogrando las nuestras.
-Y si os lo cuento que haréis
conmigo.
-Veremos, pero con seguridad
saldrás ganando. Te garantizamos una opción de salvar tu miserable
vida y en tu situación una opción es mucho.
-Demasiado, diría yo, pero en
fin…
Paquete parecía sinceramente
resignado mientras pronunciaba las últimas palabras.
El tipo empezó a hablar con
la cabeza baja.
-Les damos cobertura legal,
asesoramiento financiero para blanquear dinero, en ocasiones mucho
dinero. Tenemos una red de empresas y negocios que pueden hacerlo, en
alguna de ellas participamos como socios, solo lo hacemos en aquellas
poco sospechosas y que pagan religiosamente a Hacienda, son empresas
que tienen una actividad legal lo suficientemente importante como
para no levantar sospechas y nuestra presencia pueda quedar
enmascarada, por ejemplo...
-Conozco muchos ejemplos, de
momento no es necesario que nos digas cuales, continúa. ¿A quien le
prestáis el servicio?, le interrumpió Paquete.
-A todos: rumanos, rusos,
gente del este de distintas procedencias, italianos, que más da, os
sorprendería saber con la gente que tratamos.
-No, me parece que no, estamos
curados de espanto,-fanfarroneé.
-¿Pero vosotros quienes sois?
-¿Qué más?, -exigió
Paquete, ignorando la pregunta y pasando suavemente la mano sobre el
lomo del listín telefónico.
Se encogió de hombros,
-hacemos de nexo de unión entre distintos grupos si nos lo piden, en
ocasiones somos nosotros mismos que lo aconsejamos, aunque este es un
asunto delicado. Vosotros no sabéis la gente que anda metida en
estos negocios, solo os enteráis de la parte miserable del negocio,
chulos, putas, drogadictos, camellos muertos de hambre, pero hay
personajes muy importantes en esto. Y, en ocasiones es conveniente
que se pongan en contacto para organizarse, en más de una ocasión
gracias a Global se ha evitado una confrontación que hubiese dado
que hablar. Además es fácil comprender que un respetable magnate de
la industria, un alto cargo, o incluso un presidente de gobierno, no
puede recibir en su despacho a un pistolero, alguien lo tiene que
hacer.
-¿Y sois vosotros?.
-Si.
-Continua chico, la historia
me está interesando,-por muy increíble que fuera no tenía dudas de
que era cierta. Disculpa ¿has dicho presidentes de gobierno?.
-Si, eso he dicho. Hay países
pequeños, normalmente republicas ex comunistas que se ven obligados
a recurrir a alianzas con grupos mafiosos importantes para poder
subsistir.
-No te creo, -dijo Paquete,
aunque mientras Aurelio Cominges lo decía me miró
significativamente como si sus palabras corroboraran algo que sabía
o sospechaba.
-Montenegro, durante toda la
década de los años noventa, al parecer se sostuvo gracias al
contrabando de tabaco organizado por el propio gobierno, sus
servicios secretos y con la colaboración necesaria de otros países
que facilitaban el transito desde E.E.U.U a los países
distribuidores o consumidores. Se dijo que Philips Morris y Reynolds
estaban implicados, aunque esto como podéis suponer nunca se probó,
pero por lógica debían estarlo. En caso contrario el precio a que
se vendían los cigarrillos después de pasar por tantas manos, cada
una cobrando su comisión, no resultaría creíble.
-¿Estos países se mezclan en
negocios más sucios como el tráfico de drogas, trata de blancas,
robos a gran escala o tráfico de influencias?.
-Claro, una vez has creado
alianzas, para tener una vía de transito segura, con grupos mafiosos
o con el gobierno, o parte de él, de otros países, una cosa lleva a
la otra. Al fin y al cabo se trata de lo mismo: obtener beneficio
económico, que más da que lo que va dentro de la caja del camión
sean putas, trabajadores ilegales o cartones de tabaco. Yo no puedo
asegurar que en el caso de Montenegro, o cualquiera de los países de
los que se ha sospechado, sea así, pero con toda probabilidad lo es
o lo ha sido en alguna ocasión. Pensadlo, si tienes una estructura
eficiente para delinquir, ¿qué razón hay para dejar de hacerlo?.
Tal vez el gobierno deje de apoyarte porqué ha decidido abandonar la
acción directa o algún país poderoso le obliga a hacerlo. Muy
bien, siempre habrá alguien que decidirá independizarse, actuar por
su cuenta, socios vas a encontrar los que quieras.
-Vosotros os implicáis,
obtenéis beneficios de esas actividades.
-Directamente de ninguna, ya
os lo he dicho, nuestros ingresos provienen de las minutas que
pasamos a las distintas partes, son muy altas, es un negocio limpio.
-Pero has dicho que en
ocasiones os asociáis con negocios sucios.
-Nunca, si entramos en un
negocio, es limpio, paga sus impuestos, de hecho les recomendamos que
le pague a Hacienda una cantidad superior a la que correspondería
por su volumen de ingresos: un multicine, un casino, un mayorista de
artículos de importación, que más da, solo es necesario crear el
entramado que pueda justificar los pagos. Hay muchos negocios en los
que difícilmente podrás controlar su volumen real de facturación.
Y si pagas mucho a Hacienda, poco te veras molestado por las
autoridades, el dinero que queda ya es limpio, con el se puede ir a
misa.
Mientras aquel tipo hablaba se
me representó la imagen de un gran y lujoso almacén de artículos
deportivos situado en una zona comercial próxima a mi casa. Me había
fijado en él en más de una ocasión. En sus inacabables escaparates
lucían fantásticas ofertas de Nike, Adidas y el resto de marcas del
mercado. Curiosamente la afluencia de público era escasa, en
ocasiones inexistentes.
¿Un túnel de lavado de
dinero?
-Y si no participáis
directamente en nada, ¿cómo es que se grabó este video?, -preguntó
Paquete.
-¿Sabes quien grabo el
video?,-remaché.
-No, mejor dicho, en realidad
lo imagino, aunque puedo asegurar que no va a durar mucho con vida,
-en cuanto lo dijo se dio cuenta de que no era el terreno más
adecuado para transitar en aquel momento y apretó las mandíbulas
con fuerza como si las castigase.
-Te equivocas, él listo ha
sido él, quien hace el papel de tonto en esta película eres tú,
-Paquete le miraba con conmiseración.
La expresión de Aurelio
Cominges mostró que empezaba a entender la línea argumental y que
no le gustaba nada. Era un buen momento para la siguiente vuelta de
tuerca. A nadie le gusta saber que ha estado persiguiendo un balón
de rugby en un partido de futbol.
-Contesta a mi pregunta, ¿Cómo
se grabó este video?,-dijo Paquete cogiendo el listín de teléfonos
y blandiéndolo en sus narices como refuerzo para ablandar el estado
de ánimo del tipo, en realidad cada vez más ablandada.
-En ocasiones tienes
curiosidad por ver cosas que muy poca gente ve, te parece que puede
ser divertido ver como se manejan, y si sabes a quien pedirlo... Es
lo mismo que ir a un puticlub de lujo sin pagar, a cualquiera le
gusta ¿no?.
-Y cocaína a precio de amigo,
¿eh?.
-Si, eso también.
-¿Te lo pasaste bien viendo
como subastaban a aquellas mujeres?, -el tono de voz de Paquete era
ominoso por mucho que tratara de darle un tono ligero a sus palabras.
El hombre se dio cuenta ya que se encogió perceptiblemente esperando
un nuevo golpe de listín.
-No, no fue divertido, en
realidad solo he estado en una ocasión y no fue en esta que estamos
viendo.
-¿Quien fue?.
-Pudo ser cualquiera.
En realidad el tipo tenía
razón: pudo ser cualquiera.
-Eres un mamón hijo de puta,
Aurelio. Pagaría mucho dinero por poder reventarte a palos, pero no
puedo hacerlo, yo siempre cumplo mis tratos y sé que te va a gustar
el que te voy a ofrecer. Mira, este es el trato: vas a ponerte
delante del ordenador y escribir todas vuestras actividades, quiero
nombres, fechas, detalles, tantos como se te ocurran. Cuando lo
tengamos, mi socio y yo nos largaremos y tú serás libre de hacer lo
que te parezca más oportuno. También tendrás nuestra palabra de
que esa grabación no va a llegar a tus jefes, al menos nosotros no
lo haremos.
Paquete se levantó y liberó
a Cominges de las esposas, le enfrentó y dijo una sola palabra.
-Hazlo.
Aurelio Cominges dudó un
momento, el tiempo suficiente para que Paquete le cruzara la cara con
una bofetada que le hizo trastabillar hasta mi posición. Le sostuve
para que no cayese al suelo y mientras le ayudaba a recuperar el
equilibrio, repetí: -Hazlo.
El tipo lo hizo. Mientras
escribía sudaba y maldecía, de vez en cuando se giraba y nos
miraba, pero durante casi una hora lo estuvo haciendo. Cuando terminó
de teclear envió el documento a impresora y nos dio cinco folios
escritos a una sola cara. Su expresión era la de un hombre que acaba
de enterarse de que su vida es un camino enfangado con una pendiente
brutal. Un camino que no le iba a llevar a ningún lugar donde
quisiera estar.
Dejamos a Aurelio Comínges en
su casa, asustado, magullado, desconcertado. En muchas mejores
condiciones de lo que merecía, pero no estábamos seguros de lo que
debíamos hacer con él. En realidad no estábamos seguros de nada,
la información que teníamos entre manos era delicada. Paquete lo
sabía, yo lo sabía.
-Supongo que no nos pondremos
de acuerdo en lo que se tiene que hacer ahora,-dijo Paquete mirando a
un punto de la calle donde no había nada que mirar.
-Supongo.
-¿Y así qué?.
-Te propongo una cosa, hoy
empieza el fin de semana, tomémoslo como el periodo de reflexión.
Yo no voy a hacer nada, te pido que tú tampoco hagas nada.
-Y mientras, esta gente sigue
actuando.
-Si vamos a la policía como
tú deseas, entre el tiempo que necesiten para hacen sus primeras
averiguaciones, obtienen los permisos judiciales oportunos, tratan de
no caer en una acción políticamente incorrecta, ¿Cuánto tiempo
pasará?.
-Mucho más del que yo
desearía, por supuesto.
-Tomémonos este tiempo de
reflexión, dos o tres días no van a marcar la diferencia. Si más
no, nos servirá para mitigar los cargos de conciencia que
inevitablemente nos va a traer este asunto.
-De acuerdo, hablaremos el
lunes.
Paquete se dirigió a su coche
sin esperarme ni ofrecerse a llevarme a casa. Me di cuenta cuando
llevaba andando dos travesías.
Estaba deprimido y confuso.
Dudaba que Paquete estuviese
mucho mejor.
De repente me sentí mareado,
mis ojos daban la impresión de moverse demasiado deprisa y en todas
direcciones, me apoyé en la pared hasta que pude fijar mi visión en
puntos concretos de referencia. Entré en un bar y pedí un whisky.
Me dejó un regusto doloroso
en el paladar y ardor en la boca del estomago.
Seguí andando calle Balmes
abajo.
En aquel momento no lograba
entender la razón de estar involucrado en aquel montón de mierda.
NOTA DE PRENSA
La Vanguardia.com 20/01/2012
Detenidas en Cataluña 27
persona dedicadas al robo y venta de material en todo el territorio
nacional.
Se han recuperado catorce
vehículos sustraídos, veinte toneladas de níquel y cincuenta y
cinco toneladas de cobre en las ciudades de Barcelona, Badalona y
Sant Adriá del Besós.
Quince de los detenidos tienen
la nacionalidad española, nueve son de nacionalidad rumana, tres son
croatas y una checa. Los Mossos de Escuadra y la Guardia Civil han
sido los responsables del operativo.
Quince de los detenidos son
los responsables tanto del metal como de los vehículos en los que
los transportaban, todos ellos originarios de países del Este. El
resto se encargaban de la comercialización del material.
Los Mossos han corroborado que
los ladrones estaban vinculados a una organización criminal
altamente itinerante y especializada en este tipo de delito. Uno de
sus principales golpes había sido el cometido en una empresa de Los
Barrios (Algeciras) donde robaron veinticuatros toneladas de níquel,
valoradas en cuatrocientos mil euros, y tres camiones para su
traslado.
También se pudo probar que
los autores del robo de Algeciras eran los mismos que los Mossos ya
investigaban por el mismo delito el pasado mes de Noviembre, en este
caso el robo de setenta toneladas de cobre y dos camiones de una
empresa de Barberá del Valles (Barcelona).
En el transcurso de este
operativo se han podido recuperar veinte toneladas del níquel
sustraído en Algeciras, treinta y cinco toneladas de cobre, dinero
en efectivo, tres vehículos de lujo y dos motocicletas de gran
cilindrada, entre las que había una Harley Davidson construida a
mano con un precio superior a los trescientos mil euros.
Según los Mossos de Escuadra
no se descartan nuevas detenciones en el marco de este operativo.