Capítulo veintiuno de Stinky Rabbit
Stinky en la residencia tenía problemas, aceptaba la vejez, lo que no aceptaba eran las consecuencias de la vejez. Las enfermeras, mujeres a las que hacía poco tiempo hubiese seducido con solo mostrar su sedosa piel, hembras que se hubiesen sentido agradecidas por recibir sus atenciones, le pellizcaban el lomo con saña si intentaba tentarles el culo cuando pasaban por su lado.