Muchas veces he sentido la tentación de escribir sobre la Fiesta
Nacional, si no lo he hecho ha sido para no herir susceptibilidades.
Finalmente he decidido ceder a la tentación, voy a hacerlo de manera
extremadamente cuidadosa, procurando ser objetivo y respetuoso por mucho
que me cueste, así si alguien se ofende será él el responsable, no yo.
Vamos a empezar por el lío que se está montando con la prohibición de
las corridas en Cataluña (me refiero a las de toros, las que afectan al
sexo están permitidas). La prohibición por parte de la Generalitat es
pura política, si al señor Mas, Puigdemont o Iceta la corrida en
cuestión les diese un solo voto, les veríamos en el tendido de sol con
sombrero cordobés fumándose un puro (quizás el señor Iceta prefiriese
una pamela, pero eso son detalles). Cuando se celebró la última corrida
en Barcelona (de toros) la Monumental se llenó hasta la bandera y se
vendió como el deseo de los catalanes de ver toros, sin aclarar que
vinieron autocares de toda España para llenarla, como si en sus ciudades
de origen no hubiesen corridas. No nos engañemos, a los catalanes,
mayoritariamente, los toros no nos van, no entremos a dilucidar quien
organizó y pagó la movida de los autocares, ya ni recuerdo quien era
presidente de España en aquella ocasión ni a que partida presupuestaria
se pudo cargar. Pero eso también fue política. Y también es política que
el gobierno central impulse una nueva movida para que haya corridas de
toros en Cataluña (las otras les da lo mismo), basándose en que es la
única región que se opone y olvidando que hace ya muchos años que
Canarias los ha prohibido y que en más de una ciudad de España la plaza
languidece tanto como se llena en otras ciudades.
Vayamos ahora a las críticas que los aficionados a la Fiesta reciben de
parte de los antitaurinos. Si alguien nace en un lugar donde cada bar o
restaurantes tiene cabezas de toros degollados colgando de una panoplia y
carteles de héroes en traje de luces marcando paquete embellecido por
una coquilla, no es necesario ni que le guste el espectáculo,
simplemente se acostumbra a considerarlo normal, la Fiesta es una
tradición y listo, no va más allá. Si resulta que tenemos refranes que
rezan "es más rico que un torero", si en determinados programas de
televisión de máxima audiencia nos enseñan que las más bellas se casan
con toreros, nos acostumbramos a ver al toro como una herramienta para
que los mejores triunfen, así que yo voy con mucho cuidado en insultar a
mis conciudadanos por ser afectos a la Fiesta, sería poco elaborado
acusarlos de crueldad o falta de raciocinio, simplemente creo que están
equivocados, aunque es cierto que me reservo determinados epítetos muy
poco respetuosos para casos como el del Toro de la Vega y barbaridades
semejantes. Me voy a permitir una reflexión: si a mucha gente que les
gusta o tolera la Fiesta les llevasen a China y les hiciesen ver como
respetables ciudadanos se hacinan alrededor de un pozo donde una cabra
atada a una estaca bala aterrorizada esperando la salida del tigre
hambriento que la va a despedazar, pensarían que es un espectáculo cruel
y rechazable, hasta inadmisible. Pues no hay tanta diferencia, el hecho
de que en la Fiesta quien mata es un congénere y no un tigre, a mi
personalmente, no acaba de convencerme.
Bueno, en fin, supongo que ha quedado claro que no soy afecto a la
Fiesta y sin embargo no he ofendido a nadie, o no lo he pretendido,
excepto quizás a los del Toro de la Vega y similares, pero miren, por lo
que a mi respecta a esos les pueden dar por culo, porque señores esto
es maldad pura y dura, sin paliativos. Y no me vengan con que es una
tradición, también lo era quemar a la gente en una hoguera como parte
del programa de festejos y y lo hemos superado, ya ni siquiera nos gusta
el olor de carne humana quemada. Por cierto, no hace falta que se
pregunten si yo tendría valor para ponerme delante de un toro, con o sin
coquilla, confieso que no lo tengo y me consuelo pensando que al no
tener el menor interés en hacerlo, me da lo mismo.
Vale, "Sexo, marisco y rock and roll".