Vayamos ahora a las críticas que los aficionados a la Fiesta reciben de parte de los antitaurinos. Si alguien nace en un lugar donde cada bar o restaurantes tiene cabezas de toros degollados colgando de una panoplia y carteles de héroes en traje de luces marcando paquete embellecido por una coquilla, no es necesario ni que le guste el espectáculo, simplemente se acostumbra a considerarlo normal, la Fiesta es una tradición y listo, no va más allá. Si resulta que tenemos refranes que rezan "es más rico que un torero", si en determinados programas de televisión de máxima audiencia nos enseñan que las más bellas se casan con toreros, nos acostumbramos a ver al toro como una herramienta para que los mejores triunfen, así que yo voy con mucho cuidado en insultar a mis conciudadanos por ser afectos a la Fiesta, sería poco elaborado acusarlos de crueldad o falta de raciocinio, simplemente creo que están equivocados, aunque es cierto que me reservo determinados epítetos muy poco respetuosos para casos como el del Toro de la Vega y barbaridades semejantes. Me voy a permitir una reflexión: si a mucha gente que les gusta o tolera la Fiesta les llevasen a China y les hiciesen ver como respetables ciudadanos se hacinan alrededor de un pozo donde una cabra atada a una estaca bala aterrorizada esperando la salida del tigre hambriento que la va a despedazar, pensarían que es un espectáculo cruel y rechazable, hasta inadmisible. Pues no hay tanta diferencia, el hecho de que en la Fiesta quien mata es un congénere y no un tigre, a mi personalmente, no acaba de convencerme.
Bueno, en fin, supongo que ha quedado claro que no soy afecto a la Fiesta y sin embargo no he ofendido a nadie, o no lo he pretendido, excepto quizás a los del Toro de la Vega y similares, pero miren, por lo que a mi respecta a esos les pueden dar por culo, porque señores esto es maldad pura y dura, sin paliativos. Y no me vengan con que es una tradición, también lo era quemar a la gente en una hoguera como parte del programa de festejos y y lo hemos superado, ya ni siquiera nos gusta el olor de carne humana quemada. Por cierto, no hace falta que se pregunten si yo tendría valor para ponerme delante de un toro, con o sin coquilla, confieso que no lo tengo y me consuelo pensando que al no tener el menor interés en hacerlo, me da lo mismo.
Vale, "Sexo, marisco y rock and roll".