Hace algunos años después de terminar mi primera novela presentable, un
par anteriores no lo eran, me lancé con ilusión a la aventura de
conseguir publicarla. Iba armado, en las manos llevaba el manuscrito de
lo que creía era una buena novela, esa era mi arma. Alguien la leyó y
pensó que si lo era, otro alguien lo pensó también, y así fue pasando
hasta que alguien además de leerla la publicó. Y así han ido cayendo una
tras otra. Actualmente los que siguen el camino que yo recorrí también
van armados, pero sus armas no son las mismas: en primer lugar sus
esfuerzos son grupales y tienen una dirección en principio ajena a la
literatura, se reúnen alrededor de una idea política, del feminismo,
nacionalismo, preferencia por uno u otro tipo de literatura, por una red
social u otra, (aunque lo cierto es que acostumbran a aferrarse a todas
ellas).
Confieso que en este ambiente yo las hubiese pasado canutas y no
descarto pasarlas de ahora en adelante.
Porque soy individualista por convicción.
Porque soy apolítico.
Porque me siento ciudadano del mundo y soy tan poco afecto al
nacionalismo que en una guerra los dos bandos se pelearían por fusilarme.
Porque siempre he estado convencido de que las mujeres son lo
suficientemente despiertas para manejarse sin mi ayuda, nunca me he
considerado superior pero tampoco inferior, por tanto que luchen su
batalla, que no es la mía, nunca seré tan machista como para pensar que
sin mi ayuda se van a estrellar.
En otro aspecto las redes sociales, en principio un gran invento se han
convertido en una moda estúpida que seguro me enterrará, pero que me
recuerda en demasía a los lavaderos comunales y sus pequeñas miserias
para sentirme atraído por ellas.
Respecto a si es correcta una forma de escribir u otra, pienso que cada
uno escribe como quiere y sabe, llego hasta considerar lícito criticar
la que no te gusta o cultivas, para eso está el debate, lo que me irrita
es que se haga de una de ellas bandera excluyendo a la otra, se la
convierta en verdad inalienable y escondido tras ella se busquen
ventajas espurias.
¿Y que ha pasado con lo que se llevaba en la mano?.
Pues se sigue llevando, pero ha perdido importancia, está tan
mediatizado con tantas consideraciones que es posible que aunque no sea
bueno sea interesante publicarlo, para favorecer o siquiera no ofender a
determinado grupo. Imagina el desastre que puede suceder si pierdes un
puñado de "me gusta" en la Red. Además el editor sabe que entre el grupo
se compran el libro los unos a los otros, y mira, aunque sea poca cosa,
si sirve para ayudar a cubrir gastos no es despreciable.
Y hasta aquí he llegado, mi pretensión no ha sido ofender a nadie por
muy fácil que resultase, hablando de lo que hablamos. Así y todo estoy
seguro que más de uno se sentirá ofendido, el romancero patrio nos
ilustra cuando dice: "el honor de un cortijero es como el azogue, con el
aliento se empaña", y en este mundillo hay más cortijeros que escopetazos.
Y dado que habrá gente que se estará rompiendo la cabeza para situarme
políticamente y así poder inventarme amigos que nunca he conocido y
enemigos que no he escogido, aclaro que soy de derechas cuando quiero y
de izquierdas cuando me da la gana.
Me despido como el valenciano que no soy: "Apa, a fer la ma"
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domingo, 4 de septiembre de 2016
LO QUE SE LLEVA EN LAS MANOS
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