martes, 21 de febrero de 2017

ORDEN O JUSTICIA

Ilustración Rosa Romaguera
Alguien me planteó el otro día una pregunta interesante. "a que debe aspirar preferentemente, en una sociedad, el ser humano, al orden o a la justicia".
Evidentemente ambas cosas son deseables y se debe aspirar a ellas. Una sociedad que gozase de ambas se acercaría a la perfección, y todos sabemos con lamentable certeza que el ser humano y la perfección no acaban de ponerse de acuerdo, es deseable por tanto combinar de la mejor manera posible los porcentajes de una y otra para vivir en una sociedad aceptable, que ya es mucho.
Yo estoy convencido que en una encuesta ganaría la justicia por goleada. Y estoy convencido de que sería un mal resultado.. Vamos a echarle un vistazo al tema.
"Justicia" suena de maravilla, suena a que buenos somos todos, que bien que se vive cuando todo el mundo se comporta como tiene que hacerlo y nadie sufre por culpa de otro, suena a que al hijo puta del Romerales que de niño no paraba de joderme, ahora su mujer le pone los cuernos.
"Orden" suena a represión, a que una fuerza superior te está obligando a hacer algo que tu no harías por voluntad propia, en resumen, suena a falta de libertad, a multa de tráfico y a "paralela" de Hacienda.
¿Como carajos vas a comparar una cosa con la otra". Además si hay justicia hay orden, me dicen. Pues justo ahí reside el problema pues ya estamos hablando de la sociedad perfecta algo que hemos aceptado o deberíamos aceptar que no existe, así que nos tendremos que conformar con lo de los porcentajes
Si no hay orden, no habrá justicia, en el desorden se mueven con mayor libertad , comodidad e impunidad los que desean la injusticia en beneficio propio, en el caos pueden crear los entornos necesarios para que la justicia no les alcance. El ser humano tiende al beneficio propio aun a costa del sufrimiento de sus semejante, por tanto algo o alguien debe cuidar de los menos fuertes o menos hábiles para librarles de ser canibalizados, esclavizados o simplemente usados.
Si no hay justicia mal vamos, pero si al menos hay orden nos queda la esperanza (de acuerdo las esperanzas no siempre se convierten en realidad) de que alguien instaure un régimen justo.
Sé perfectamente que bajo esa premisa se han instaurado regímenes totalitarios que han acabado con la justicia que en un principio prometieron, pero a tal situación se llega a causa de la naturaleza del ser humano, no del planteamiento lógico que acabo de plantear. Siguiendo esta línea de pensamiento podría decir que es precisamente la ausencia de orden la que en tantas ocasiones a lo largo de la historia ha facilitado la llegada de un régimen totalitario. Y podría replicar que la justicia deja de serlo en el momento que quien la imparte tiene el suficiente poder para variar la ley a su gusto. He dicho antes y lo repito que el ser humano tiende a su bienestar, al suyo, y como mucho al de un grupo reducido que considera suyo, o simplemente le ayuda a conseguir sus objetivos, y no tiende ni a la justicia ni al orden. ¿Quiero esto decir que la justicia debe imponerse a la fuerza?. Evidentemente.
Pues señores, entonces ya estamos hablando de orden. Si no fuese así el juez podría ir cantando misa con sus sentencias, que no le iba a hacer caso ni el repartidor de pizzas,(con todos los respetos a pizzas y repartidores), al juez la sociedad le ha investido con el poder necesario para ordenar, y los estamentos que manejan la fuerza le respaldan haciendo cumplir sus sentencias, por tanto vemos que sin orden no hay justicia. ¿O creían que la justicia impera por generación espontánea?
¿Qué feo, verdad?.
¿Y quien coño ha dicho que este mundo sea bonito?.
En fin, eso es lo que le dije a mi amigo y como la cerveza la pagué yo, más o menos se conformó.
Queridos niños y niñas, sexo, marisco y rock and roll.

martes, 14 de febrero de 2017

LA CORTE DE LOS MILAGROS

El Metro de Barcelona es una especie de Corte de los Milagros, desde los accesos a los andenes pasando por el interior de los vagones en plena marcha los barceloneses somos obsequiados con un muestrario de una buena parte de las flaquezas humanas, una exposición de las razones por las cuales nuestra ciudad está considerada el "Coño de la Bernarda".
 Comencemos con los accesos al Metro: allí se amontonan ciudadanos venidos de países más cálidos que el nuestro, motivo por el cual sus pieles tienen ese precioso color achocolatado, tan deseado por nosotros, que nos obliga en verano a sudar a mares tumbados en una toalla sobre la arena para conseguirlo. Ellos son los encargados de distribuir artículos falsificados a precios convenientes, (hoy en día quien no tiene unas zapatillas Nike, o un bolso Louis Vuiton es porque no quiere). Dado que la policía municipal tiene ordenes de no molestar en exceso y subvertir el orden de nuestra ciudad, no sea cuestión que Barcelona pierda el estatus de ciudad más amable del universo conocido, hay ocasiones en que los usuarios del Metro tenemos ciertas dificultades para movernos entre la multitud de mantas expositoras tendidas en el suelo, entre numerosos turistas encantados del tipismo de nuestra ciudad y carteristas venidos de repúblicas exóticas, siempre atentos a que el tipismo barcelonés no esté exento de cierto peligro que añade emoción al viaje. Finalmente conseguimos llegar al paso protegido por un trinquete y tras esperar nuestro turno detrás de quienes lo saltan haciendo gala de sus condiciones atléticas, conseguimos pasar, muchas veces con un señor o señorita pegado a nuestro culo para pasar sin pagar (una vez han pasado se dan prisa en adelantarte ya que tienen interés lícito en situarse de forma que pillen un asiento, siendo los reservados para ancianos y discapacitados los más deseados).
Y ya estamos en el anden, allí solo de vez en cuando te encuentras a un señor meando en un rincón. Con verdadera puntualidad británica llegan los trenes (es cierto, el servicio es bueno en este aspecto), entras, si tienes suerte te sientas, si eres lector lees y destacas entre la multitud de teléfonos móviles que acaparan de manera hipnótica la atención de sus propietarios.
Y ahora empieza el show, madames y mesieurs, herrs und damen, mens and menas, pasen y vean. Se alza el telón, aparece un señor que con tono de voz orgulloso te informa que él no es un rumano, es de Cádiz, pero pretende lo mismo que los rumanos, que le mantengamos porque no tiene trabajo, aunque si tiene esposa, hijos enfermos, padres tullidos y una suegra que le maltrata. Hay otro, uno de muchos (los usuarios del Metro les conocemos a todos) acostumbra a abandonar el vagón cantando "es una lata el trabajar cada mañana te tienes que levantar", aquella canción de Luis Aguilé, cantante que durante años fue el arma secreta que los servicios secretos argentinos se inventaron para acabar con la civilización occidental. A continuación viene la rumana que con voz plañidera nos dice "Aaaaaaah, siñora, siñorite sono una povereta de la rumania, haaaambre". Poco más tarde aparece el que renquea lastimosamente por todo el vagón (este acostumbra a salir en la misma estación que yo y anda con cierta elegancia y desparpajo). Casi nunca te libras de músicos de cualquier clase y nacionalidad, aunque la mayoría son latinos, que te obsequian con un concierto que te jode la lectura, amen de no aportar nada mencionable a tu cultura musical. Sería una falta de sensibilidad por mi parte olvidarme del bardo de las cuatro y media, quien imbuido de la importancia de su sabiduría, nos informa a ritmo de rap de todas las miseria del mundo, los políticos, los futbolistas, los bancos, la Bolsa, la Iglesia, la falta de caridad. Su discurso está lleno de odio, rencor, aunque para compensar vacío de soluciones o meras ideas constructivas, pero nos informa de que allí el "guay es él" y bastante hace con soportarnos y aceptar nuestro dinero. De vez en cuanto aparece un buen hombre que con la mejor voluntad del mundo nos informa a voz en grito que Cristo vive y nos va a salvar por muy cabrones que seamos, este no pide dinero pero la lectura te la jode igual. Hay muchos más: sidóticos, trabajadores en paro que huirían despavoridos si alguien les ofreciese trabajo, madres con carritos de bebé que piden un bocadillo para el niño (menudos dientes de leche tienen ahora los bebés), mudos que en cuanto salen hablan por teléfono, grupos de tres o cuatro bellas señoritas amantes de las carteras, móviles, cámaras y tablets etc. etc. que han sido detenidas tantas veces y soltadas otras tantas que tratan al comisario de tú (un empleado del metro trata de expulsarlas y les llama "basura de importación, ellas a él "hijo de puta", lo hacen en un castellano exótico lleno de reminiscencias nevadas). Lo que no hay ya son gitanos con guitarra imitando al Camarón, imponiendo su forma de vida desgarrada. En fin que distraídos si que estamos los usuarios del Metro de Barcelona.
Apunte de última hora: hoy un gitano armado con botas de tacón retumbante nos ha obsequiado con un zapateado antes de abandonar el vagón, no ha pedido nada, solo ha demostrado su gitanidad, su superioridad caló y nos ha mirado con lastima: no todo el mundo puede ser gitano.
En fín: sexo, marisco y rock and roll.



martes, 7 de febrero de 2017

OÍDO COCINA,NUEVAS INSTRUCCIONES PARA ESCRITORES

Ilustración  Rosa Romaguera Fontanals
El otro día, por alguna de las televisiones que trufan nuestro país, no me atrevo a decir que fuese TV3 aunque lo barrunto, apareció una señora dispuesta a sacarnos de nuestra ignorancia acerca del deber que tenemos los escritores para con nuestra profesión, lo hizo con un discurso claro, sereno, alejado de cualquier sentimiento condescendiente. No recuerdo si era agente literaria o editora (por esa última opción apuesto aunque mi mala memoria me sume en la duda). Lo que si puedo asegurar es que iba muy bien peinada y que hacía gala de un morro que hundiría en la mediocridad a la trompa del cinematográfico elefante Sabu.
Por una cuestión de mala memoria o de vergüenza (también, también) no repetiré de forma textual sus palabras, aunque prometo ceñirme con toda exactitud al sentido de las mismas: "Ahora nosotros estamos trabajando en la dirección que consideramos correcta, todos nuestros autores deben ser forzosamente gente muy activa en las redes sociales, y no solo eso ya que exigimos que sus contactos sean numerosos y de calidad, no basta con aparecer en la Red, en caso contrario no nos interesan"
Bien, vamos a traducir sus palabras: "el autor debe tener suficiente capacidad de autoventa para que la editorial no pierda dinero publicando su libro" (teniendo en cuenta que publicar un libro en papel con una tirada media-pequeña, con una ligera promoción, se compensa con una venta de alrededor de quinientos ejemplares, y si la promoción se le pasa al propio escritor, pues ya me contaran). ¿O no?. "Aunque también podemos hacer una segunda traducción: "Señor autor, líbrenos del rudo trabajo de promocionar su libro y gastar un dinero que buena falta nos hace para llegar a fin de mes y pagar la nómina. Yo me estoy temiendo que el próximo paso sea cargar al escritor con la responsabilidad de la subvención oficial. Vale, vale, ya sé que la distribución es muy cara, pero todos los escritores tenemos coche y buena voluntad, así que no sería demasiado pedirnos que repartamos los libros por las librerías.  Bien, el enfoque es una lícita pretensión, al fin y al cabo cualquier empresa se mueve por dinero, el romanticismo que acompañaba al deseo de difundir la cultura ha desaparecido. Muchos apostaban a que antes desaparecerían las ballenas, pero no, va  a ser que no.

¿Pero como se promociona el escritor para vender por si mismo un montón de libros?. No me parece tan sencillo, Isabel Presley solo hay una y ya está cogida. Corro a aclarar que Vargas Llosa, enorme escritor, no necesita esa clase de promoción, y no voy a entrar en sus razones, lo único que hago es lamentar que Isabel ya esté cogida. Al fin y al cabo la señora que salió en televisión para aleccionarnos no nos negó a los escritores el derecho al lamento, mientras vendamos podemos llorar tanto como queramos. Se me ocurren ideas para vender: te montas, o te montan (es mi caso) un blog y escribes artículos ingeniosos, inteligentes o simplemente escandalosos, cada cual tiene su estilo. En mi blog hay días brillantes que entran alrededor del millar de personas y leen lo que escribo (o al menos esa es la intención que tiene al entrar), que no está mal, lo cual redunda en unas ventas de......, siento haberles abandonado momentáneamente, es que me he retirado a llorar un rato escondido bajo la mesa que sostiene a mi ordenador.
Claro, me olvidaba: Facebook. Esa es la solución, escriban en Facebook, pero no se olviden de colgar una foto de una paella, su gato, los primeros pasos de su hijo, nieto o de nuevo el gato. Esas imágenes concitan toda clase de simpatías, la pantalla se te llena de frases admirativas, "pero que precioso lo tienes". Se refieren al gato, aunque también sirve para el nieto. Cambien la frase por "woow que buen aspecto" y ya tienen la paella.
¿Y cuantos libros has vendido con el sistema?. Pues si, justos esos que están pensando (la señora bien peinada de la televisión mueve la cabeza en un claro gesto de pena, ¿o es de negación ante una petición que aun no le he hecho?.
Me olvidaba de Tweeter. Ahí tienes que trabajar menos, entras y dices: "me acabo de comer una patata frita" e inmediatamente recibes profundas reflexiones del tipo: "que aproveche" o "ladrón como te cuidas". Libros vendes los mismos.
Isabel ¡como te añoro!. ¿Serviría Belen?. Supongo, pero comprendo no llegar a la estatura de su vida, me rechazaría como la editora (si, era editora) de la TV (si, era TV3), quien por cierto no ha tenido oportunidad de rechazarme, la he rechazado yo antes, así con dos cojones, aunque no dudo del pobre resultado de mi valentía.
¿Puede estar la solución en el libro electrónico?. Yo amo el papel, mantengo el romanticismo que la señora de televisión ya ha perdido, porque hace falta ser muy romántico para preferir un tomo sobrescrito de setecientas, ochocientas paginas, que pesa como un saco de guisantes, a un aparatito de doscientos gramos al que le puedes cambiar el tamaño de letra para no quemarte los ojos, puedes archivar mil libros que compras a un precio muy inferior al de la versión en papel, puedes leer gratuitamente un fragmento, puedes ver el fondo editorial sin necesidad de desplazarte, puedes autopublicarte sin apenas coste, etc. Pues miren si soy imbécil y poco evolucionado que aun me gusta el libro de papel, aun me quedo absorto mirando mis libros publicados en papel. Y no se lo pierdan, en los dos últimos años solo he publicado en formato electrónico, y como siga escribiendo estos artículos con la intención de promocionarme y hacer feliz a una señora bien peinada o a un señor al que los tejanos no le sientan bien, ni eso voy a conseguir.
Me llamo Luis Gutierrez Maluenda, soy un escritor solo fracasado a medias, ya que he publicado mucho y mis libros los ha leído, y disfrutado según me cuentan, mucha más gente de los que los han comprado, por aquello de las bibliotecas públicas y los pirateos.
Me llamo Luis Gutierrez Maluenda ¿quieren ustedes hacer el puto favor de comprar mis libros?. O si los piratean, al menos escríbanme y díganme: "tío me lo he pasado de coña" (que es lo que acostumbra a pasar), no pienso denunciarles. O si, ya veremos.

Sexo, marisco y rock and roll, colegas.