LA CARIDAD BIEN ENTENDIDA

Es tan doloroso el tema que me cuesta empezar, pero he decidido hablar de esto, sin concesiones. Bien: valla de Melilla, esta semana cuatrocientos, la pasada no sé, la otra tampoco lo sé, pero sumados a final de año el número  de los que han pasado (normalmente con inusitada violencia) asusta. Por el Mediterraneo, (enorme drama), el número aun asusta más, por las distintas fronteras sumadas a lo anterior, es estremecedor. Vienen huyendo de guerras, del hambre, o simplemente porque en Europa se vive mejor, algunos pocos vienen a destruir nuestra civilización en nombre de una religión que según ellos es la buena. Y si, son pocos, pero causan mucho dolor, no les ignoremos. La caridad nos dice que debemos acoger a todo quien lo necesite sin tantos miramientos, nos lo dice el Papa también, aunque él se resiste ferozmente a montar tiendas de campaña en la Plaza San Pedro o en cualquiera de los enormes salones vacíos del Vaticano. Cualquier país tiene miedo a ser capaz de acoger a tantos como puedan venir, entre otras cosas porque ningún país es capaz de hacerlo, ¿como metes en un país a un continente entero?, y si emulando a Houdini lo lograses ¿como les mantienes?. Nosotros, en España, tenemos una tasa de paro que da verguenza, nos dicen que si nos descuidamos lo más mínimo nuestro sistema de pensiones se colapsa, nuestros hospitales han dejado de funcionar correctamente como lo hacían unos años atrás, la calidad de vida que nos ganamos trabajando duramente ha bajado de nivel de forma dramática . También nos dicen que hemos de ser caritativos. El problema es que no nos dicen como. Por cierto, en los países de donde viene esa pobre gente, ellos con nosotros no son tan caritativos, más bien nada, si lo fuesen podríamos hacer un cambio, nosotros podríamos ir allí, el clima es muy bueno. Y no me vengan con el argumento más imbécil del mundo "no generalices, todo el mundo no es igual". Claro que no, pero cuando hay suficiente número de algo, no solo es lícito generalizar si no que es lo más adecuado y razonable.
Para que no se confundan y sin ningún interés en de buena gente presumir: en mi casa colaboramos con ONG varias. Yo les solicito que el dinero (poco y muy sudado) que aporto vaya a parar a proyectos en los países de donde vienen ellos, en ningún caso para ayudar a los que ya están aquí. Se que no me hacen puñetero caso pero sigo colaborando y no solo para tranquiliza mi conciencia, que también. No me gusta que mi dinero ayude a los que tenemos aquí porque estoy harto de pasear por la Rambla del Raval de Barcelona junto a tipos que reducen toda su actividad laboral a pasearse con las manos en los bolsillos, n les hace falta trabajar, porque como son migrantes y han sufrido mucho, hasta han arriesgado su vida por venir les mantenemos, estoy harto de que tipos hartos y musculosos me digan "hambre" con voz teatral, estoy harto de que en los vagones de metro los pedigueños hagan cola para soltarnos su rollo, estoy harto de que un tipo me pida por señas comida, me enseñe un cartel que proclama su mudez y diez metros más adelante saque un teléfono móvil y hable, estoy harto de ver a un cojo renqueante que se baja en la misma parada que yo y anda mucho mejor que antes, estoy harto de ver a esos nuevos trabajadores que a las nueve de la mañana se apostan en la puerta del supermercado y tienden la mano, al mediodía hacen su parada para comer y a las siete de la tarde terminan su jornada laboral. Estoy harto de ver en la televisión muertos y enterarme pocos días después que el asesino de turno era un migrante refugiado político, al que su religión le obliga a joder a cuantos infieles pueda. Estoy harto y sin embargo sigo colaborando con mi dinero (poco y muy sudado), aunque lo hago únicamente a través de entidades serias, creo que he dado suficientes razones por las que no desee hacerlo a nivel individual.
Acepto, sea cual sea el color de su piel, a la gente que viene y trabaja, se integra, los acepto más que a los empresarios que les explotan con sueldos de verguenza. Claro que todavía me queda lo del paro, lo de la hucha de las pensiones, lo del terrorismo, lo de la perdida de la calidad de vida que me he ganado trabajando, lo de la sanidad pública, lo de lo mal recibido que he estado en algún país de Africa, uno de Asia (solo he estado en este) y en mucha menor medida en Latinoamerica, donde aunque solo sea por lo del idioma nos entendemos mucho mejor. Recuérdo a un simpático chaval, hermano de una vecina en Barcelona, que me enseñaba Buenos Aires cuando me dijo "Los españoles matasteis a cuchillo a tres millones de indios en Argentina" "pero si en todo Sudamerica no habían tres millones de indios ni los españoles teníamos tantos cuchillos", respondí. Y nos reímos los dos.
Y sigo colaborando, lo que no me impide darme cuenta de que la caridad no siempre se entiende bien.
Tampoco olvido que mi sistema tiene un fallo: el dinero que llega a esos países acostumbra a convertirse en armas y dolor cuando no en fortuna personal del reyezuelo o político local. Pero, por favor, no me digan que esto también es culpa mía, no me hablen del caucho del rey Leopoldo de Belgica, del oro de los Mayas, la plata de los Incas, etc., yo todavía no había nacido y ahora que ya estoy en este mundo no he visto ni oro, ni plata. El caucho si, en las ruedas de mi coche.