martes, 18 de septiembre de 2012

Bien poco es lo que sabemos de Luis Gutiérrez Maluenda. Según él mismo declara hace unos años abandonó un trabajo bien remunerado como ejecutivo informático para dedicarse al género negro. Maluenda, como es conocido entre los iniciados, ha publicado “Putas, diamantes y cante jondo”, “Música para los muertos”, “Una anciana obesa y tranquila”, “Los muertos no tienen amigos” y las dos primeras entregas de la serie protagonizada por Atila “Mala hostia” y “Un buen lugar para reposar”, ambas publicadas por Alrevés, editorial modesta a la que cabe felicitar por su buen criterio.

El detective Atila, rey de los hunos –como tiene por costumbre añadir-, es un detective sin demasiada suerte que conoce a la perfección el Raval de Barcelona y las gentes que sobreviven en sus calles. Aficionado al Vat 69 y a una mujer, Valentina, “lo más parecido a la mujer de su vida que hay en su vida”; en esta ocasión intenta desentrañar el asesinato de una mujer y el posterior suicidio de su pareja y presunto asesino. En el curso de su investigación Atila tropieza con una asociación de ayuda al emigrante vinculada a un partido político, con el presidente del Futbol Club Barcelona que aspira a Presidente de la Generalitat y con un par de señoras de alta cuna que amablemente y sin exigir otras contrapartidas le brindan la información más comprometedora. Ficción pura y dura, como el autor se empeña en señalar.
Pero si algo descubre Atila es que en esta vida nadie da nada a cambio de nada. “Ruido de cañerías” presenta una trama compleja y repleta de trampas y de engaños, y a un detective, Atila, refractario al compromiso, desnortado y a punto de perecer a manos de un tejido conspirativo que alcanza las más altas cotas del poder.

Para los seguidores de Maluenda, todavía escasos en número pero de una fidelidad encomiable, casi sectaria, “Ruido de cañerías” es una aventura más en la que el autor destila sarcasmo a raudales y desvela algunos de los aspectos más sórdidos de la sociedad que nos ha tocado en suerte conocer. Corrupción, asesinatos, amenazas, conspiración…

“Ruido de cañerías” es una novela divertida, profundamente irónica  e irrepetible, sin dejar de ser negra. De un negro intenso, de un negro boca de lobo.


Empar Fernández

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